Shibboleth
Seséame al oído con tus labios de cereza.
Seséame bajito y, aunque no te vea,
toma tu abrazo,
tus caricias,
tus besos y poemas.
Son ya tuyos,
para siempre.
Son ya tuyos,
canto azul celeste.
Tómalos y a mí dame otra ese.
Y en la cena,
hablemos, sin pena ni cerveza.
Solos tú, yo y la certeza de quien siempre regresa.
Enciende esa sonrisa blanca, luminosa,
que energiza,
y que contagia rocío y emociones con tanta ligereza.
Si me das tus eses con ese brío y esa pose de grandeza,
afrontaremos el futuro tu elegancia y mi entereza.